A  Diana  F+  y a mí nos gusta salir a pasear, realmente le gusta más a ella que a mí y por eso me siento en la obligación de darle de vez en cuando un capricho y llevarla a recorrer mundo (casi más de cuando en vez, eso es así…) Hay días que no vamos más allá de la vuelta de la esquina, ella hace una foto y se queda momentáneamente tranquila. Otros  días, cuando hay sol, me la llevo al parque y allí la dejo hacer y deshacer a sus anchas.

Pero, es el instante en el que se encuentra a otra lomo cuando ella es más feliz. Es entonces cuando decide sacar su Flash y pavonearse delante de propios y extraños para lucir su curiosa belleza plástica. La gente nos mira y a Diana F+ eso le gusta más que comer con el objetivo.  Su afán de protagonismo es grande, tan grande que se ríe a carcajadas de los que la toman por una cámara de broma. Siempre ha sido muy diva. Sabe  que  tiene  el  encanto especial de las cosas antiguas con sabor a nuevo  y que sus imágenes superan lo que la imaginación había ideado.

Es posibleque alquilemos una  furgoneta  viejuna con aires de Priscila, reina del desierto y nos vayamos a recorrer mundo. Quizá empecemos por España. Quizá vayamos sólo al norte. Quizá nos pasemos las horas muertas comiendo pintxos y paseando con una rebequita por La Concha. Quizá…

Definitivamente, Lady Diana y yo nos estamos volviendo inseparables, y no porque nos llevemos especialmente bien. Ella espera en la estantería y yo me regaño por verla como una lomo objeto. No la he sido infiel con Instagram, sabe de sobra que me gustan más sus colores y las sorpresas que me llevo al revelar. Tiene el control sobre mi.

Algún día la llenaré de orgullo y satisfacción enseñando sus fotos pero mientras habréis de conformado con los «Instantes» sin filtro, trampa, ni cartón patrocinados por mi manzana telefónica.

Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
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