Os voy a descubrir América así sin preámbulo ninguno: el arte es lo que tú crees que lo es. Me explico. Para mi un bidé lleno de patitos de goma y rodeado por un lazo rojo puede ser arte, para ti que me lees una aberración. Ese dichoso bidé puede ser uno de los tesoros que hay al lado de los contenedores y que una rarita como yo decide que es divino o puede costar 10.000 euros.

Separar lo que es arte de lo que no lo es y divagar sobre a quién debemos considerar artista es más viejo que el canalillo. Sí, hoy no sabía de que escribir y he decidido repetirme como los ajos. Entendedme, era esto o hablar de mis “Must have” para triunfar en los saraos y esto último me parece demasiado profundo para Murphy.

Pues eso, veo un hombre que cuando da una pincelada amarilla grita y pienso, “Debería pasarle el teléfono de mi psicoanalista (que es el mismo que de Woody Allen como ya sabéis)” y a la vez siento que es un hombre que hace lo que le da la real gana y que si encima alguien está dispuesto a pagarle por sus cuadros de gritos silenciosos chapó por él. Ya ha conseguido más que yo, vivir de su arte.

Ahora pensaréis que soy una creída y que bla, bla, bla pero sí, soy artista a mi manera, lo que pasa es que todavía no he encontrado eso que me hace única y que me daría millones y millones de alegrías (cuando digo alegrías pienso en euros). Adoro el arte, el arte que me gusta, por supuesto, lo que no es una mierda que puede hacer hasta un niño de 3 años con los ojos cerrados. Claro, amigo mío solo tu encuentras leña, si el niño puede ¿por qué no lo haces tú y te forras y te conviertes en Miró? Miró es Miró y tú, por mucho que le imites, no eres tú (frase profunda para que reflexionen esta noche, en ocasiones soy filósofa de sofá).

Una de las cosas que más me gusta en la vida es cuando alguien me dice, “eso es muy tú”. Sentencio: el mejor halago que puede recibir alguien es ser muy él. Todos nos inspiramos y aspiramos, imitamos, somos copiotas, plagiamos descaradamente lo que nos gusta pero ¡ah, amigo, el que encuentre ese preciso instante en el que Pepe es muy Pepe, o Lola muy Lola o Murphy muy Murphy habrá alcanzado el orgasmo de su ser.

A lo mejor no eres artista (yo sí, artista de variedades) pero ¡qué más da! eres tan TÚ que te la sopla.

Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
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