No tengo ni pajolera idea de quién es Murphy, ni siquiera se si existe.

Llevo media vida esperando a Godot y la otra media escondiéndome por si acaso Murphy osa aparecer. Las tostadas se me caen, las tazas se me derraman cuando el café está caliente dentro, me quemo con la puerta del horno siempre que lo pongo y tengo una gran tendencia a tropezarme hora sí, hora también.

No sé si es Murphy el que me persigue o simplemente es que yo soy un pato mareado de manual pero me gusta pensar que es él el que está ahí, mirándome mientras se retuerce su bigotillo con cara de victoria y manitas se señor malvado.

Mira, Murphy, se que crees que no seré constante, que este es uno más de mis caprichitos de niñata analógica que se disfraza de 2.0 pero yo te desafío.

Sois testigos.

Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
Privacidad