Una vez escuche en una película de esas moñas algo así como:

Llega un momento en la vida de todo hombre en el que tiene que cagar o salir del váter

Siempre me ha parecido una frase especialmente profunda. Es curioso cómo los hombres pueden tirarse una hora dentro del cuarto de baño y, en cambio, nosotras somos capaces de salir airosas en menos de 5 minutos y encima con los labios retocados. Pero esto no va de hombres, mujeres y viceversa, va sencillamente de que no es bueno empeñarse en que salga algo de donde no quiere salir.

Así somos las personas, en vez de dejar que la naturaleza siga su curso, nos empeñamos en forzar el momento y mientras pasamos el tiempo dedicándonos a cosas tan importantes como leer la etiqueta del champú, repasar todo twitter o pasarnos una partida al Candy Crush. Quizá, si no estuviéramos sentados en nuestro precioso trono, (aunque no tan bonito como el de diamantes que, se dice se comenta, tiene la ex Posh Spice) haríamos las mismas cosas. O no.

Nesquik o Coca-Cao, Coca Cola o Pepsi, Barcelona o Madrid, rubio o moreno, liso o rizado, mar o montaña, cagar o salir el váter.

Sin ser yo nada de eso, creo que me encuentro en ese punto de estreñimiento en el que por más que quiera hacer que las ideas fluyan, éstas están atascadas. A las musas no se les puede pedir que vengan al rescate, son muy suyas, siempre lo han sido. Por más que tomo fibra y venga fibra siempre vuelvo al mismo punto de partida: la puerta del baño.

Hoy, en una de mis visitas interminables esperando que se obrara el milagro, he decidido no esperar más y salir del váter.

Las ganas vienen solas. Las musas vienen solas, sólo hay que tener papel a mano.

Pssst!! No son cookies de chocolate, pero tampoco hacen daño ni provocan caries, hazme caso, ¿vale?    Más información
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